Vais a necesitar:

Lo primero que vamos a hacer (y que os recomiendo que hagáis el día anterior) es hacer el toffee con la lata de leche condensada. Debo deciros que ésta es la primera vez que yo lo hago en casa. Siempre he tenido miedo de meter una lata en la olla express. No sé qué especie de desastre imaginaba en la cocina, con la olla explotada y leche condensada por todas partes, pero debo deciros que no, que mis miedos eran infundados y que eso no ha ocurrido... Cuando metemos la leche condensada y la hervimos durante una cantidad de tiempo considerable, la leche se convierte en un dulce de leche ma-ra-vi-llo-so... Yo he hecho lo siguiente, y ha salido perfecto. Primero, le que quitado la tapa de plástico a la lata, y el papel que la recubre, y la he metido cerrada y tumbada en la olla express. Luego la he cubierto totalmente de agua. Mirad, así:

A continuación, he cerrado la olla y la he dejado cocer a potencia máxima (dos aros), 30 minutos:

Una vez que han pasado los 30 minutos, la he retirado del fuego y he dejado que el vapor saliera solo. Una vez fuera todo el vapor, ya podéis abrir la olla y sacar el bote, pero ojo, el bote no se puede abrir hasta que no se haya enfriado completamente. Por eso os digo que es mejor que lo hagáis el día o la noche anterior, y que ya lo tengáis listo para abrir al día siguiente para continuar con la receta:

Una vez que la lata de leche condensada convertida en toffee ya esté fría, ya podemos abrirla y continuar con la receta. Mirad, os debe quedar así... Todavía salivo cuando veo la foto...

Y continuamos. Lo siguiente que vamos a hacer es triturar las 10 galletas. Yo para ello he utilizado el accesorio picador de la batidora:

Pesamos ahora la mantequilla en pomada (es decir, muy, muy blandita, para ello, la debéis dejar fuera al menos 2 horas antes), y la añadimos a las galletas. Si se os ha olvidado sacarla, no pasa nada, fundidla un poco en el micro y punto. Hacemos una masa mezclando los dos ingredientes y con ella cubrimos el fondo de un molde desmoldable. Si queréis, podéis utilizar una fuente que no se desmolde. Una vez cubierto, lo metemos al horno previamente calentado a 170º, durante 10 minutos. El olor que deja en la cocina es indescriptible...

Mientras se hace, pelamos y cortamos los plátanos en rodajitas (reservad dos o tres para decorar):

Removemos también bien con una cuchara el toffee porque veréis que se ha podido quedar un poco duro por el fondo:

Pasados los 10 minutos, sacamos el molde con las galletas del horno, y lo dejamos enfriar. Una vez templado, añadimos, sobre las galletas, una capa de rodajitas de plátano:

Y sobre ella, añadimos ahora una capa de toffee, que deberemos extender bien, con cuidado de no llevarnos al extender ninguna rodajita de plátano:

Sobre la capa de toffee, extendemos una nueva capa de rodajitas de plátano, cubrimos con papel film y lo metemos en la nevera durante dos horas aproximadamente para que se integren bien las capas:

Pasado ese tiempo, podemos continuar. Para ello, vamos a montar la nata. Es muy importante que el brick esté muy frío (yo lo meto incluso un poco en el congelador sin que llegue a endurecerse), porque eso facilitará que se monte bien. Añadimos el sobrecito de azúcar avainillada o las 2 cucharadas de azúcar normal, y batimos con las varillas hasta que se monte:

Y ponemos la nata montada sobre la última capa de plátano que teníamos, es decir, cubriendo la tarta:

Decoramos ahora con un poco de cacao en polvo. Para ello, lo vamos a meter en un colador, y lo vamos espolvoreando por toda la superficie. Luego, decoramos con las dos o tres rodajitas de plátano que habíamos reservado:

Volved a meterlo en la nevera y dejadlo ahí hasta que lo vayáis a consumir.

Y..., ¡voila! ¿Os gusta? Pues esperad a probarlo, porque os va a encantar, os lo aseguro. Es un postre que podéis hacer con vuestros hijos, y que gusta a grandes y pequeños, golosos y menos golosos, como me pasa a mí.

El estilismo es muy sencillo: la fuente es un bajo plato plateado que compré en CASA, y el mantelito es un trapo de cocina de PRIMARK  que bien podría ser un mantel de Buckingham Palace... me costó 1,50 € y no puede ser más divino. He comprado 3 ó 4 y son a cada cual más bonitos. No dejéis de buscarlos si vais por allí, porque merecen la pena.

Y con esto me despido hasta la semana que viene, no sin antes desear a todas las mujeres trabajadoras del mundo (que somos todas, porque todas trabajamos ¡y mucho!), un felicísimo y dulce domingo.

Un besote,

Cocotte.